Eres más ágil de lo que crees …
La metodología Ágil es más común en nuestra vida de lo que piensas y puedes continuar incluyéndola en tu vida forma gradual y empírica.
Llevo varios años coqueteando con la metodología Agile. He tenido la oportunidad de ponerla en práctica, pero también de enseñarla a varios niveles: a grupos de jóvenes principiantes en su primera experiencia laboral, a emprendedores en diferentes fases de su carrera y a equipos de innovación o desarrollo de productos en pequeñas y medianas empresas.
A pesar de las diferencias obvias entre estos grupos, hay un lugar común en lo que la percepción de la agilidad se refiere: es un tema del que todos hablan, difícil de entender, pero concebido como la solución mágica a muchos de los problemas de gestión de equipos y de desarrollo de producto.
Siempre me gusta desmitificar este concepto de Agilidad de inmediato. Aunque esta filosofía tiene sus orígenes en el desarrollo de software y responde a un manifiesto con sus principios, la agilidad es más común en tu vida de lo que piensas. Para mí, ser ágil es más un estilo de vida o una postura para resolver problemas. Si quieres entender mejor este “mindset” y apropiarte de él para practicarlo en tu día a día, es necesario que prestes atención a tus instintos, porque llevas mucho tiempo siendo ágil, sin saberlo.
La agilidad es una metodología que se aplica en la resolución de problemas complejos. Es decir, situaciones en las que hay más “elementos desconocidos que conocidos”. Además, esta filosofía aporta adaptabilidad y transparencia cuando el desafío a resolver se contextualiza en entornos muy dinámicos.
¿Te suena familiar? ¿Alguna vez ha experimentado una situación en la que no sabías cómo actuar, pero aun así lograste alcanzar sus objetivos? Si todavía no te viene nada a la mente, permíteme recordarte algunos escenarios:
• Aprender a caminar
•Aprender un idioma;
• Aprender a andar en bicicleta, patineta o incluso conducir un automóvil;
• Practicar deportes: nadar, patinar o incluso bailar;
• Relaciones interpersonales: amistad, con colegas de trabajo o situaciones más serias como vivir en pareja o en matrimonio;
• Criar a un hijo (incluso si ya eres padre, ¡todos son diferentes!)
¿Qué tienen todos estos ejemplos en común? El hecho de que incluso si ya has oído hablar de las experiencias de otros o tienes alguna idea teórica, realmente aprendiste cuando decidiste pasar a la acción. Es gracias a todas tus experiencias, ensayos y errores que has adquirido más el conocimiento para adaptarte y mejorar. ¿Te das cuenta ahora de la agilidad forma parte de ti?
Lo básico para poner en práctica
Ahora que te has dado cuenta de que eres ágil te preguntas, ¿cómo continuar poniendo en práctica esta metodología? A continuación, te propongo cuatro acciones para comenzar a trabajar en tu “mindset ágil”:
1. Pasa a la acción!, No te paralices por no tener “toda la información”
2. Se transparente con tu equipo: muestra y documenta tus ideas, iniciativas y avances. Motiva a tu equipo a hacer lo mismo.
3. Revisa tu trabajo con frecuencia: tómate el tiempo para confirmar si las acciones que tomas te llevan por el camino correcto para cumplir tus objetivos. Aplica estas inspecciones frecuentes a tu producto, tu equipo de trabajo y también a los procesos.
4. Abre tu mente al cambio: utiliza los resultados de tus inspecciones para identificar oportunidades de mejora y se flexible para hacer adaptaciones de inmediato.
Finalmente, no quiero crearte falsas expectativas, practicar la agilidad no siempre es fácil. Nuestros prejuicios y comportamientos siempre aumentan la complejidad de los escenarios. Considera que, si estás en el proceso de evaluar la adopción de la agilidad dentro de tu empresa, mi recomendación es no intentar seguir un “framework” de trabajo de inmediato, sino incluir las acciones básicas de forma gradual en tu día a día. Esto te dará la confianza y el ritmo para comenzar a desentrañar la complejidad. De todas formas, siempre has sido ágil, solo necesitas recordarlo.
